Mi voz se desgata al mencionar sin cesar tu nombre,
y mi pensamiento se acelera al ritmo de tu energía
cuando te veo.
Mis impulsos no los puedo controlar,
y mi manos no obedecen
las ordenes que trato de direccionar.
Sólo acariciar tus cabellos
y delinear con mi dedo índice tus cejas,
ojos
y bajar poco a poco hasta tus labios,
me transporta a un mundo sin miedos
y lleno de colores brillantes
que genera armonía en los pequeños detalles.
Me regocijo al hacerlo,
porque aquello devuelve a mi alma
felicidad que se percibe en mi rostro
y es muy difícil borrar la sonrisa
que emano con sinceridad.
No sé que sucede conmigo.
Acaso me besó el príncipe azul,
que soñaba cada vez que terminaba de leer mis cuentos;
o es quizás que sí existe la magia
y me aferré a disfrutarla,
y ahora me ha encarcelado en su carpa de encantos
con suaves colores que deslumbran mis sentidos.
Sea cual fuese el diagnóstico de mi estado,
y antes que llegue a mi corazón la receta
para calmar estos impulsos descontrolados
que sólo son muestra de amor y afecto,
quiero seguir delineando tus cejas,
ojos y labios
para sólo mencionar sin cesar tu nombre
y sentir en aquellos segundos de labor artística
que me perteneces para la eternidad.
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