miércoles, 7 de mayo de 2008

La noche




¡Qué maravillas se pueden observar a través de la ventanilla opaca y fría de un bus!

Observo pasar a los frondosos y fantasmagóricos algarrobos en la oscuridad del desierto piurano. También observo el azul oscuro de la manta celestial chispeada de estrellas diminutas.

Al localizar a la más pequeña me doy con la sorpresa que esta coqueteando conmigo, porque siento que baila para mi vibrando e iluminándose con fuerza. Cerré las cortinas con rapidez porque me sentí avergonzada de tamaño espectáculo, pero al poco rato asomé mis ojos por la ventana para ubicar a la estrella en el cielo y presentarme para no ser mal educada, mientras se escuchaba a volumen bajo dentro del bus un bolero que dice: “brindemos entre copas”.

La estrellita coquetona -que ahora ya es mi guía y amiga- me invita a pedir un deseo. Me pide que cierre los ojos y formule con fuerza mi petición, le hago caso, cierro los ojos y pido mi deseo. Ahora me doy cuenta que la estrella se vuelve más pequeña, se aleja para conseguir mi deseo; lo más probable es que este negociando con Dios.

Lo último que me dijo la estrella antes de irse fue que la volvería a ver pero en otro paisaje, y solamente allí me habré dado cuenta de que mi deseo se cumplió.