sábado, 28 de abril de 2007

Cuando mis ojos permanecen abiertos




Los minutos transcurren lentamente cuando mis ojos permanecen abiertos, pero a la vez el tiempo pasa a una velocidad increíble del cual no quiero ser consiente.

Ser conciente, ¿Para qué? Para darme cuenta de lo desperdiciado, para darme cuenta de lo vivido, para darme cuenta de la realidad fúnebre y lúgubre que se esta convirtiendo mi existir.

Existir que no sólo es tener los pulsos vitales; sino también es tener el alma activa.

Un Alma activa que sienta, que viva en armonía con mí ser.

Mi Ser, se abriga bajo las sábanas de invierno y permanece quieto sin respirar, para no despertar sospechas de alarma.

Esa Alarma que despedirá ruido asordante en medio de la explosión. Y en esa ocasión sentiré- una vez mas –a los minutos transcurrir lentamente cuando mis ojos estén abiertos.

Abiertos para luego dormir y olvidar.

Sentir


Contener la respiración cuando sientes que se acerca; agudizar los sentidos al escuchar su palpitación. Vibrar en armonía con su pulso.

Sensaciones mezcladas, revueltas, jugueteando al aire libre y sin pudor.

Sentimientos contrapuestos como dos polos separados por el inmenso océano, y a la vez compartidos como la única verdad en el cosmos.
No se necesita oler, oír, ver o saborear para sentir aquella palpitación generadora de electricidad interna que es capaz de encender el fuego más ardiente en el témpano más desolado.

Ensayando


Llegaste a mi como jugando.
Aquel juego que visualicé en los colorines de mi pensamiento, cuando te vi mirándome, después de tratar de respirar un poco de optimismo.

Optimismo que necesitaba para creer que podía seguir adelante en mi nueva vida y en atreverme a experimentar situaciones con dimensiones desconocidas e inexploradas por mi razonamiento intuitivo y mi instinto femenino.

Al ritmo de tu voz, la experimentación no tardó. Y con melodías armónicas y silencios ensordecedores la búsqueda empezó. Yo buscaba mi espacio, mis límites, la exploración a destrezas nuevas; tú, en cambio me buscabas con susurros que llegaban a mí como caricias de aire fresco y matinal sobre la nuca que recorría hasta llegar al final de mi última vértebra.

Entonces empecé aquel juego que visualicé en los colorines de mi pensamiento cuando te vi mirándome por primera vez. Tú ya te habías atrevido a jugar y me invitaste a ser protagonista de tu historia, en medio de luces, texto, telones, tablas, movimientos, música, voces y talento.

Acepté mi personaje, y tu asombro por la respuesta fue grande. Tú no lo podías creer; menos yo.

Luego, la búsqueda fue más seguida y las exploraciones más ricas. Mi búsqueda eran tus ojos y mi exploración eran tus deseos. Tú búsqueda eran mis labios, y tu exploración era mi cuerpo.

...