lunes, 10 de diciembre de 2007

La Casita de Colores


Aurora siempre la imaginó de esa forma. No tenía idea de cómo seria en la vida real, pero siempre la soñó.

Ella pudo entrar al fin a la casita de colores. Su ingreso al mundo mágico fue a la media noche; observó cada rincón, cada color, cada elemento que encontraba y todo lo quería, sentía ganas de tocar, oler, saborear y escuchar. Al ingresar a la casita ella podía ser desde la princesa de un cuento de hadas, hasta el payaso de un circo. Todo en esa casa se podía lograr, no había límites para la imaginación. Todo era posible.

La casita de colores, tan cálida, mágica, llena de alegría y fantasía acogió a Aurora por muchas lunas, cada vez que ella llegaba después de la media noche. Mil veces subió por las escaleras para dejarse encantar, ilusionar, enamorar; y otras mil las bajó para salir por la puerta grande, antes que lleguen sus habitantes con el amanecer.



1 comentario:

Andrea Fernández Callegari dijo...

Hola Majo,

Estuve leyendo varios de tus posts, pero el que más me llamó la atención fue el de la historia de Aurora. Creo que en 3 párrafos haz logrado sintetizar tu idea de felicidad, o al menos, rozarla. Tienes un estilo literario muy arraigado.

Espero leer más pronto!

Saludos,
Andrea.